Cinco consejos para combatir la hoja en blanco

 


¿CÓMO ENFRENTARSE A LA HOJA EN BLANCO?

La hoja en blanco es la peor pesadilla de cualquier escritor o escritora. Esos sudores fríos que surgen al encontrarse ante un documento nuevo de un blanco nuclear que da miedo mirarlo. ¿Y ahora qué escribo? Es inevitable pasar por estas experiencia al menos una vez en la vida de escritor y lo mejor que se puede hacer para superarla es algo muy sencillo. Tan obvio que pensarás: ¿Cómo no se me ha ocurrido antes? Lo que has de hacer para lidiar con este síndrome es: ESCRIBIR.

Sí, ya sé lo que estás pensando: “Eso es precisamente lo que no doy hecho cuando me enfrento a la hoja en blanco”. No pasa nada, con estos cinco consejos derrotarás sin problema a esa sensación. O al menos harás un intento. Puede que no logres escribir un bestseller en cinco minutos (como muchos prometen que se puede hacer) pero conseguirás sacarte el miedo del cuerpo y que las palabras fluyan solas.

AVISO: No hay garantía de que estos remedios funcionen. El Arboverso los ha puesto a prueba en sus colaboradores, a través de duros experimentos "escritoriles". Funcionan y combaten la hoja en blanco. Sin embargo, cada persona es diferente así como las circunstancias que nos rodean a la hora de escribir. A veces, solo hazle caso a tu cerebro y descansa.


BUSCA TU LÍMITE, ¿SEGURO QUE NO ES UNA EXCUSA? 

En ocasiones es mejor esperar unas horas o  incluso al día siguiente (o la semana próxima) para ponerse a escribir en condiciones. Porque si te fuerzas, lo único que conseguirás es frustrarte y empezar a pensar que quizás esto de la escritura no es lo tuyo. Pero mucho ¡OJO!, debes buscar tu límite y saber diferenciar cuándo en realidad no puedes y cuando solo es una excusa para no hacer nada. Las musas aparecerán si las llamas, pero si te sientas a escribir y piensas en otras tareas fascinantes, es probable que las musas de tu cerebro decidan irse de vacaciones. Así podrás hacer cualquier cosa en lugar de enfrentarte a la temida hoja en blanco. La procrastinación de toda la vida, vaya. Esas excusas que tu cerebro te envía ante un obstáculo difícil de superar. Cuando encuentres tu límite y si estás o no poniendo excusas para no escribir, puedes continuar con el siguiente consejo.


SI NO PUEDES ESCRIBIR, HABLA

Algo que resulta muy útil cuando no sabes cómo continuar una historia, es preguntarte a ti mismo en voz alta: ¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué me he quedado en blanco y sin nada que decir? Luego escucha atentamente… Si tu mente es de esas que divaga bastante tendrás que prestar mucha atención para hallar las respuestas adecuadas. Puede que te hayas atascado porque el personaje sobre el que estabas escribiendo no debería ir por ese camino que has escrito, quizás estés llevándolo a contracorriente de su libre albedrío, así que déjalo suelto y a ver qué hace. Hablar en voz alta, hacerte preguntas y responderlas puede ayudarte a seguir tu historia o incluso a empezar una nueva. Haz una tormenta de ideas si no se te ocurre nada sobre lo qué escribir: qué temáticas te gustaría escribir: ficción, no ficción, aventuras, romántica, terror, paranormal, fantasía, ciencia ficción. Hay tantas posibilidades como tú quieras y están ahí esperando a que las descubras. Si aún así sigues atascado, continúa leyendo. 

Hay programas como SpeechNotes que pueden serte de utilidad. 


DEJA LA MENTE EN BLANCO 

¿Cómo la hoja que tengo delante? Efectivamente. Este es el consejo que más te costará poner en práctica, a no ser que seas un experto meditador ¡Dejar la mente en blanco! ¡Cómo si fuese tan fácil! exclamarás. Y no te falta razón por considerarlo así. Durante el día, miles de pensamientos, tanto conscientes como inconscientes, pasan por nuestra mente y es difícil manejarlos. Entre toda esa marabunta de ideas también puede estar oculto el inicio de esa maravillosa historia que aún no has escrito o el desenlace de esa novela que lleva siglos guardada. Detente un momento y deja que esos pensamientos desaforados pasen de largo sin intentar analizar cada uno de ellos, solo concéntrate en otra cosa: en respirar lentamente. Si consigues llevar a cabo este ejercicio de dejar la mente en blanco, tal vez logres rescatar esa idea para tu escrito que se había perdido entre los millones de pensamientos diarios. ¿La has encontrado? ¿No? Sigue leyendo.


INSPIRACIÓN

Las ideas están en cualquier lugar, preparadas para surgir en cualquier momento. Aún así, cuando nos enfrentamos a la hoja en blanco parece que todas esas ideas brillantes nos abandonan, por lo que no temas inspirarte. Lee algún libro (que tenga o no relación con lo que estás escribiendo), ve una serie o película, habla con tus amigos o familiares (o con tus mascotas, si prefieres), pasea, resuelve un cubo de Rubik, haz un puzle, lee el periódico… Lo que quieras. Algo que te distraiga por un momento de la sensación angustiante de la hoja en blanco. 

Tu atasco seguirá estando en el mismo lugar cuando regreses al trabajo, pero seguro que de camino habrás encontrado alguna buena idea para escribir, aunque sea un párrafo. Si no es así, tal vez haya llegado el momento de que leas el último consejo, el truco por excelencia que ya te revelé al inicio de la entrada.

ESCRIBE

Es lo que te gusta hacer. Sabemos que es complicado en esos días donde todo parece una misión imposible. ¿Y si escribes solo un simple saludo? Hola, soy yo, no puedo escribir nada hoy. Voy a analizar el porqué. ¿Crees que eso bastará? No, pero un análisis escrito de cómo te encuentras de ánimo o por qué no te salen las palabras será mejor que no escribir nada. Escribir llama a la escritura.

No importa lo que escribas: la lista de la compra, una carta para tu enamorado, una oda a tu vecino, cómo te ha ido el día e incluso la rabia que te da quedarte atascado y no saber qué escribir. Cuando lleves un rato haciéndolo tal vez te apetezca regresar a tu novela y continuar tu historia (o empezarla si es que aún no lo has hecho). Otro buen truco es escribir sin más. Lo que nosotros llamamos borrador limón, exprime todo el jugo sin atender a la ortografía o la sintaxis, ya habrá tiempo de retocar el escrito otro día que estés más lúcido (que seguro será muy pronto). Lo importante es que escribas un poco cada día y así irás dejando atrás ese miedo a la hoja en blanco.

Consejo extra: si nada de lo anterior funciona, asúmelo y descansa. Olvídate de escribir por hoy, a menos que sea tu modo de vida y no te quede más remedio que aplicarte. Entonces, ¡mucho ánimo!

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